El sábado se casó mi primer novio. No deshago mis historias, las llevo conmigo siempre. Inevitablemente, en la noche de ese día, mientras bailaba y brindaba con mis amigos, llegó un segundo de nostalgia por aquel verano en que nos conocimos: todo nuevo, él y yo y esa complicidad, un código que extrañé al separarnos, pero que fui recreando con el tiempo y demás compañías. Más que nada, esa época tuvo magia y esperanza de sobra. Un día le dije que, si así debía de ser, nuestros caminos se cruzarían en cinco años. Pero pasaron siete...
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