miultimakincena
Me cuesta trabajo sentar, afrontar y desplegarme en letras. Algo que quiero y no domino... como tantas otras artes del diario. Lo de mi mente es embotellamiento, neblina, y muchos quereres. No paso una hoja del texto sin que me asalten las ocho mil cuatrocientas preguntas, a nivel individual, regional y/o mundial. Eso de la identidad es cosa tan pequeña como grande. Yo sigo tocando la puerta... Inicio un gallo-gallina esperanzado: cordel transparente del que añoro un día columpiarme sin darle poderes de cuerda floja. Aunque mi sueño nunca esté asegurado. Me sorprendo. No me reconozco. Soy una progresión ubicada como real en vidas de veinticuatro vueltas. Camino estas mismas calles, pensando en solucionar lo de mis moretones, tomar un camión y abandonar la idea de llegar al cono sur. Check! Trabajo, universidad, cine. Check! Llamada, mensaje, mail. Check! De ida y vuelta, de vuelta e ida. Ya lo intuía: local, regional, mundial. Imaginando lo grande del movimiento. Viendo-viviendo, como hormiga, lo que me pasa en esta historia encapsulada para tragar de noche con un sorbito de agua.