miércoles, noviembre 24, 2004

extra-extra!

Se cayó un árbol en la casa de la contraeskina. De viejo o por el viento de la lluvia, kataplumbose el árbol amortiguado por los cables de luz de varios vecinos... entre ellos los de su servilleta aki taipeando. No lamento su fin, ni maldigo la sorpresa de la oscuridad al aproximarme a la cuadra, ni la dificultad para manejar. Au contraire, está todo detenido y sin tiempo, en una sensación lejana, post-isidórica. Una verdadera invitación a mirar... Afuera, simultánea al trabajo de los de la comisión, la luna alumbra pedazos de flores y arbustos. Veo mejor allí que con la vela en la cocina. Salgo a observar, termino admirando... y me entra esa sensación de querer que lo bueno se frizee sin tener ke regresar al compromiso. Como dice el sergio: maldito sea mi sentido de la responsabilidad! Cada ke pasan cosas así termino visitándome: vagones de nostalgia se echan a andar, deseando hacer del mundo un timbiriche. A la par mía, grillos cotorrean en compañía. Méndigos! no les entiendo nada. Qué raro! Este sería un buen momento para comprender muchas cosas. Tal vez si me fuera con lupa y amplificador, a pálpito abierto... Ante la falta de luz eléctrica no puedo calificar exámenes, hacer tareas, ver la televisión (aunke siempre termine aburriéndome), encender el abanico... pero está bien: kiero kedarme así, con reflectores negros y grises haciéndole coskillas a la imaginación.